Al comenzar el mes de septiembre la ciudad en la que vivo se transforma, durante unos días las calles se llenan de gente disfrazada para asistir a la feria medieval que desde hace unos años se celebra con mucho éxito, todo el casco antiguo está precioso, decorado con centros de flores, telas, escudos, bolas de heno, paja por todo el suelo... cada persona adopta un rol, campesinos o nobles, caballeros templarios o sarracenos... cada año es más difícil ver a alguien sin disfraz, entrar en la zona vieja es como entrar en el túnel del tiempo que te lleva a los tiempos de castillos, reyes, guerreros, mitos y leyendas de dragones, tiempos en que la tierra era plana y si te atrevías a cruzar más allá de la línea del horizonte te enfrentarías a temibles monstruos.
En cada plaza descubres diferentes actividades desde combates de espadachines a demostraciones de los oficios de antaño: alfareros, sombrereros, herreros, canteros, zapateros, curtidores, encajeras de bolillos, artesanos de redes de pesca...
Como accesorios se llevan limosneras y en el pelo diademas, velos, coronas, redecillas cofias, bonetes y sombreros. Esta es en líneas generales la moda de la edad media que los visitantes a la Feria Franca sigue bastante fielmente aunque os aseguro que del teléfono móvil ¡no se separa nadie!
Es una buena descripcion de la Feira Franca y de como debia de ser en la Edad Media.
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